Nunca contestaba pero aceptaba sus caricias y con eso él era feliz. Hasta que un día dejó de soportarla. Le provocaba intensos dolores. Con el corazón lleno de tristeza se deshizo de ella.
Luego compró otra almohada, esta vez de látex, alguien le dijo que son para toda la vida.
Víctor Manuel Jiménez Andrada
Publicado en: Avuelapluma (29/11/2010)
Ilustración: Amante despertar. Aida Emart
Publicado en: Avuelapluma (29/11/2010)
Ilustración: Amante despertar. Aida Emart
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