Llegó el alba y seguían bailando. Camareros cansados servían las últimas copas a los clientes que demoraban el momento de marchar. Querían alargar la noche hasta lo imposible. No sabían que aquella mañana marcaría una frontera y que las largas madrugadas de sábado no volverían nunca.
Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en Avuelapluma 20/6/2011
Publicado en Avuelapluma 20/6/2011
Ilustración: Bass Marta ; Bailando tango argentino
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