En el horizonte, detrás de la última duna de un desierto terrible, siempre se perfila la silueta de un árbol dispuesto a regalar su sombra. Pero a veces ocurre que la última duna es la puerta de un desierto mayor, a pesar de los árboles.
Víctor M. Jiménez Andrada
publicado en AVP. 19/12/2011
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