Abril

Cuando abril salpica el aire del aroma de las flores y de los versos escritos por los viejos poetas, en mi cabeza se confunden los años e irremediablemente viajo a otra primavera que yace enterrada bajo un montón de hojas amarillas de calendario.
La esencia de ahora y la de antes no es la misma, pero de alguna forma se le parece. Yo tampoco soy el mismo, y tal vez no me asemeje a ese otro que un día fui. Sin embargo, como una fotografía desvaída, me rememoro en los días en los que vivía entre el filo del primer beso y la burla de los que aún no habían zarpado a la aventura.
Se me ha perdido la imagen de muchos rostros, entonces casi infantiles, pero no aquellos nombres que aparecían escritos con tiza, dentro de un corazón, en la pared menos discreta de la calle. Creo que fueron muy pocas las ocasiones —si es que hubo alguna— en las que mi nombre salía a escena. El anhelo del primer amor escocía y picaba como cuando me rozaba las rodillas jugando al fútbol en un campo de tierra que más parecía una escombrera.
Hoy son otros los que están en la frontera de ese abril, porque todo es un ciclo y todo se sucede como las estaciones, como la vida.
 
Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en Cáceres en tu Mano, 16/abril/2012

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