Medir las fuerzas

 
Cuatro chicos de un curso superior la habían tomado con él. Era bajito, delgado y con gafas. Cada recreo le robaban el bocadillo y se lo comían delante de sus narices. Nunca lo denunció a ningún profesor. Un día, después del recreo, los cuatro gamberros tuvieron que ser atendidos en la enfermería con fuertes dolores de barriga y una diarrea imparable. Eso les enseñó a no volverse a meter con el hijo del farmacéutico.
   
Víctor M. Jiménez Andrada.
Publicado en AVP 19/03/2012 
Ilustración: Mis amigos de la infancia. Marco Ortolan.

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