Pesadillas



Algunas mañanas, el tirano sonido del despertador suena como música celestial que me arranca de las pesadillas de la noche. Poco importa que aún no haya amanecido y que mi cuerpo esté empapado en sudor frío; el bip-bip metálico me transporta a la realidad deseada. No importan las horas de sueño discontinuas, nada profundas y quebradizas; el cansancio se paga, con satisfacción, por ver la luz del día romper el horizonte de una noche amarga. No importan las ojeras, el sabor ácido de la boca, el dolor de cabeza o que sea lunes; todo se agradece por salir del laberinto de sueños terribles.

   
Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en LB. nº.3

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