Desgracia ajena



Cuando me lo contó, fingí torpemente tristeza. Deseaba delatar el gozo que se cuajaba en mi corazón con su desgracia. Pronto vi el odio brillar en sus ojos húmedos y supe que había averiguado mis verdaderas intenciones.
 

Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en LB. nº.3

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