Placer

Perdí otra noche derrochando besos sobre tus labios de cristal. Entonces decidí marcharme.
 
Busqué más allá de la frontera de tu piel placeres prohibidos y vetados a mi católico corazón. Encontré el infierno y en su centro flotaba aún la sombra de tu presencia escondida. Me desnudé de los principios aprendidos entre capones y sotanas negras y comulgué con pieles extranjeras.
  
Volví a ser feliz cuando descubrí el color del fuego de tus ojos y te encontré de nuevo en los reinos oscuros. Decidí quedarme para morir en tus brazos.
 
(v.m.j.a. 11/11/04)