Para terminar fundidos

“nacidos para arder, para arder siempre.”
Dámaso Alonso

El soldado de plomo
tiene los labios granados
de cientos de besos perdidos.
Sueña con un hogar
de bóvedas de fuego
y amores de papel.

Entre tanto, el resto de la tropa
fornica con la bailarina.

Solo le queda el consuelo
de burdeles de carretera
que alquilan caricias
para tullidos.

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